Una cama de metro cincuenta, un escritorio con libros, un armario ropero… Todo esto compone un lugar que solo una persona con valor se atreve a pisar. Tiempo antes, llevaba años en la oscuridad, rodeado de penumbra y sin siquiera poder atisbar un haz de luz. Sin embargo, ahora he descubierto que gestos como un saludo, un pulgar hacia arriba, o también algunas palabras como “¿Cómo te ha ido el trabajo?”, o “como vemos que estás mejorando…”, pueden hacer desvanecer los malos momentos del pasado y hacer que veas la luz al final del túnel.
La vida es algo asombroso, algo que cambia constantemente, una montaña rusa, una balanza que forma un equilibrio entre lo bueno y lo malo y, aunque haya momentos en los que estás sumido en una intensa desesperación, todo puede dar un giro que te haga salir de ese atolladero.
Como dijo el famoso filósofo Heráclito, todo cambia; nada es.
Ahora, para poner fin a estas palabras, os mostraré la prueba de la veracidad de mis afirmaciones. Si no lo creéis, mirad:
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